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QUE DIFÍCIL ES EDUCAR A UN HIJO EN UN MÉXICO RETRÓGRADO

  • Mapo
  • 25 sept 2024
  • 4 Min. de lectura

Este artículo se refiere a uno de mis primeros contactos con el nudismo público y fue enviado, a principios de octubre de 2009, a los dos periódicos locales más importantes de Baja California y ninguno se atrevió a comentar o responder, se le dio difusión por Internet pero Facebook casi me manda fusilar. Ahora, 15 años después lo pongo a consideración de ustedes.


Estoy indignado…


El 31 de Octubre de 2009 a las 09:00 hs. fui con mi hijo a la plaza Cataviñá y había dejado mi automóvil estacionado cerca del puente peatonal que comunica a esta plaza con la plaza San Pedro, cuando de pronto mi hijo de 15 años me dice: -“¿Qué onda con ese “striker”?”- Levanté mi vista y, efectivamente, en ese momento un chico y una chica de unos 23 años atravesaban el puente peatonal entre la Plaza Cataviñá y la Plaza San Pedro a la carrera, completamente desnudos, entre los aplausos, las fotos con celular y las risas de los que estábamos ahí presentes.


Hasta allá fuimos mi hijo y yo y pregunté de que se trataba, y una señora que estaba entre todos los inesperados espectadores me explicó que era un “rally” universitario de ingenio de la Facultad de Ciencias y Humanidades de la UABC y que ésa era una de las pruebas. Le pregunté si era organizadora o algo así y me dijo que no, que ella y el señor que la acompañaba ¡Eran los padres de una de las jóvenes de nudistas que cruzarían el puente y que estaban ahí para apoyar a sus hijos y a los amigos de sus hijos! De hecho, en ése momento exclamó -”¡Mire, ahí viene mi hija!”- y vimos a la pareja de hermosos jóvenes hombre y mujer, corriendo velozmente en su orgullosa e inocente desnudez.


No pude menos que sentirme orgulloso: ¡Por fin en esta tan apartada provincia de mi Patria se nos empezaban a quitar las telarañas mentales y empezábamos a ver el desnudo público como algo normal, hermoso y hasta ¡Competitivo! En eso estaba cuando miré a mi hijo (de 15 años repito) y al ver su expresión de desconcierto le pregunté: -“¿Estás molesto?”-, y me contestó: -“No, solo sacado de onda”-. Entonces, como padre, aprovecho la ocasión para explicarle que el desnudo no tiene nada de malo, que debiera ser normal, que si alguien quiere exhibir su cuerpo debiera poder hacerlo sin menoscabo y siempre dentro de un ambiente de respeto mutuo: -”¿Cómo?”-, me preguntó, a lo que respondí: -“No hagas nada que no quieras que te hagan y viceversa, esa es la base del respeto”-.


Le dije que él nació desnudo y que lo van a enterrar desnudo, y que quien se desnuda en público no está cometiendo ninguna falta, que lo “malo”, lo “escandaloso”, lo “pecaminoso”, está en la mente de quien lo mira y está fundamentado en sus complejos, su educación, sus traumas y sus dolencias psicológicas. Pero que todos tenemos lo mismo, y que independientemente de que existan gordos, flacos, atléticos, ancianos e incluso displásicos, todos los cuerpos son naturales y hermosos, y que, de hecho, la ropa y la moda deberían ser la excepción y no la regla.


“Sin embargo” –agregué- “si te sientes incómodo al observar un cuerpo desnudo, la solución es simple: MIRA HACIA OTRO LADO, vive y deja vivir y asunto arreglado”. A mi hijo se le iluminó la cara y en ese momento, para rematar, descendía una nueva pareja de bellos jóvenes desnudos entre los aplausos y las risas de los fortuitos presentes, a los que se agrega jubiloso mi hijo, ya sin “nubes de tormenta en la mirada”.


En ése momento, la amable señora que me había explicado de que se trataba, corría angustiada junto a su marido y repetía -”¡AVISEN QUE PAREN!, ¡QUE NO SIGAN!”- Alarmado intenté averiguar que pasaba y al instante comprendí: En el extremo del puente peatonal de la plaza San Pedro, una patrulla municipal… y al poco rato ¡DOS camionetas repletas de Judiciales del Estado! Autoridades que no pueden hacer un operativo así de rápido y eficaz cuando roban una casa, pero ahora, gracias al reporte telefónico de unos indignados comensales de un restaurante chino en la plaza (que si tanto les indignaba ¿Por qué salieron?), acudieron prestísimos a detener a los “peligrosísimos” jóvenes desnudos, que seguramente estaban equipados con las armas más temidas por los retrógradas: LA LIMPIEZA DE SU ALMA, LA PUREZA DE SUS PENSAMIENTOS, LA SANIDAD DE SU PSIQUIS Y LA HERMOSURA DE SU CUERPO.


Mi hijo se volteó a mirarme y me dijo: -“Papá… ¿si no están haciendo nada malo, por que los tratan como delincuentes?...”- Después de pensar un rato, lo único que le pude decir es: “Lo malo es que en este mundo, la mayoría quieren que pensemos igual que ellos, aunque no tengan argumentos sólidos; pero recuerda: Cada ropa que te pones es un complejo que te tapas”. Y nos fuimos tristes de un evento que empezó humanamente feliz, y que fue echado a perder por esas minúsculas mentes retrógradas.


Mientras nos retirábamos a la casa yo pensaba: “¿EVOLUCION DE LA MENTE COLECTIVA?, ¡SUEÑO GUAJIRO, EL "ESTABLISHMENT" JAMÁS LO VA A PERMITIR! ¡CARAJO, QUE DIFICIL ES CRIAR UN HIJO EN ESTE MÉXICO TAN LLENO DE RETRÓGRADOS!


Mapo (Hace 15 años).

 

 
 
 

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